Cuando los principios de organización se empezaron a hacer notorios en la sociedad, siempre estaban a la cabeza los personajes y profesionistas más distinguidos de la comunidad, quienes hacían valer las leyes y daban resultados precisos sin esperar más que el agradecimiento de quienes confiaban en ellos; antes se servía por el placer de servir con orgullo y dignidad; ¡como han cambiado los tiempos cuando antes se servía sin el interés de una paga y ahora se busca la paga sin el interés de servicio!
Tal vez eso originaba que no se hablaran de robos, pues nada había para robar, y se ponía hasta del propio dinero sin importar más que la búsqueda de resultados. Ahora se encuentra uno con servidores comparados a los dioses, que se comportan con soberbia y egoísmo, poniendo puertas con secretarias que difícilmente permiten al ciudadano común llegar, ya no sólo a tratar, sino al menos a conocer al funcionario.
Funcionario viene de funcionalidad, de funcionamiento, de algo no descompuesto que garantice siempre óptimos resultados, pero tal parece que esos conceptos se han olvidado con la disfuncionalidad demostrada de quienes irresponsablemente son nombrados para servir al pueblo sin comprobar sus conocimientos, su eficiencia y su eficacia.
Los grandes filósofos establecían que servir (de estar en perfectas condiciones era para servir (del mejor servicio a todos); pero eso no ha sido aprendido por quienes la vela de la suerte ha ubicado en lugares jamás soñados y en donde no piensan que es la más grande oportunidad para hacer lo más como un compromiso ciudadano por sus pueblos y municipio.
Entonces SI NO SIRVES, ¡NO SIRVES! y con vergüenza es mejor hacerse a un lado con toda la incapacidad para dejar la oportunidad a quien como FUNCIONARIO quiere FUNCIONAR.