Por Gaspar A. Herrera Farfán
Elegir es quizá la decisión más importante que se pueda tomar en el momento que así haya de hacerse; en algún libro perdido existe una frase en su interior en que se lee: “más difícil es elegir cuando se tiene mayores posibilidades”. Tal vez un poco confuso o simplemente no es muy claro para quien establece sus decisiones en las debilidades; hoy, en un mundo de oportunidades, en donde las mismas se encargarían de hacer más fáciles la convivencia y la participación ciudadana, se mira con tristeza que el oportunismo comoditicio se ha multiplicado tanto, que se ha tragado por completo a la credibilidad y a la esperanza, a la posibilidad y a la confianza, en fin, al ciudadano iluso y a la colectividad en general.
El nivel de estudio y de esfuerzo se ha convertido en el clásico polvo de los caminos de soñadores, cuando lo cotidiano demuestra con contundencia que no se requiere intreligencia, perfil académico y valores bien definidos, cuando las puertas de los sueños y de las ilusiones tienen una llave que solamente poseen los que adentro ya están, y si acaso se permite algún nuevo ingreso, será con el pertinente rechazo a ideales imaginarios y sin futuro y a la obediencia total que requiere de la negación, aún de la propia familia y del asesinato de los conceptos de amistad, hermandad y ayuda mutua.
De acuerdo a la sabiduría de los abuelos, “los tiempos actuales son más difíciles porque hay mayores posibilidades” ¡no entiendo!, ¡que alguien explique esto!, aunque visto grosso modo, ¡esa es la gran verdad que está aniquilando todo y a todos!, ¡” a mayores oportunidades mayor dificultad de decisión” !, pues quien nunca se ha regido por la libertad en la toma de decisiones, no olvida su argumento principal que es y ha sido el tener la facilidad de la distorsión de los hechos para echarle a otros la culpa de las consecuencias de su indecisión! ¡y así es como se han llenado las oficinas de aprendices de todo y especialistas de nada dejando a la deriva a la gente preparada y calificada y que verdaderamente tiene compromisos con la ética y la responsabilidad, y no con el juego de Juan pirulero cuyo aprendizaje es el pase a futuro asegurado mientras no se deje de apludir y de echar porras a la deshonestidad personal! ¡malhaya sea la baya que se comió la mula y le hizo daño!
En un pasaje religioso se maneja un ejemplo, no de rebelión sino de convicción, de aquel mesías que luchó por ser libre de los proyectos que tenían para él sus familiares y amigos; siempre buscó lo que en su aprendizaje tenía como vida, la lucha contra la opresión, contra los que estaban acostumbrados a decidir por sobre todos los demás, contra la injusticia, y ahí está el mensaje desde esos tiempos, donde de la manera más sencilla lo convierte en una hermosa y muy difícil parábola para desentrañar: “un hombre encuentra un tesoro en un campo, y lleno de alegría vende su tesoro para comprar el campo que de siempre ha sido suyo”. No más letras, ahí está oculta una respuesta para regresar el hombre al hombre en su decidido ¡CAMINAR HACIA LA LIBERTAD!