Por Gaspar Herrera Farfán
“SÓLO UN EXCESO ES RECOMENDABLE EN EL MUNDO: EL EXCESO DE GRATITUD” JEAN DE LA BRUYÉRE.
Existe un abismo de diferencia entre dar las gracias con simpleza o por obligación, y mostrar el agradecimiento atado a los sentimientos regidos por el amor y la sinceridad; decir gracias se da como una respuesta espontánea automática, un protocolo social que sirve para marcar los estándares de educación o de cordialidad que a fuerza de tomarlo como propio ya se realiza como oficio; expresión que cierra el círculo por algo hecho para uno y que a menudo cierra en falso por el uso deshonesto que se le da.
Cuando alguien espera o cree ser merecedor de algo mucho más que aquello que ha recibido, programa los labios para enarbolar una sonrisa y cambia los insultos y las ofensas dejandolos en el último lugar de sus rencores para decir ante la vista de todos “gracias”. Irónico verdad, cuando se recuerda un poco de historia bíblica y se lee el agradecimiento de Jesús por sus torturas y calvarios y aún en el último de sus suspiros la enorme bondad de su más grande expresión cuando dijo: “perdónalos Padre mío, porque no saben lo que hacen”, sin formulismos y con el más grande amor por quienes lo golpearon, lo insultaron, lo vejaron y hasta ahora al canto de todos los gallos de todas granjas lo siguen negando, o en su nombre siguen pisoteando sus mandamientos y alejando a los niños de su presencia.
Cuando se vive con pasión y se enfrenta con dolor, se reacciona con honestidad, haciendo a un lado el que hay muchas “gracias” que antes de ser mencionadas, ya saben a la hiel amarga de la hipocresía, porque baste ver la mirada de las personas para conocer su carencia de sentimientos. En el camino de esta hermosa vida el que busca encuentra, el que pregunta y escucha aprende, y el que valora reconoce la grandeza de quienes impactan a veces con tan solo una palabra, o de quienes envueltos en esa aura blanca que refleja la imagen divina te sacan de las tinieblas para conducirte a la luz de la existencia, y a ellos sin convencionalismos porque agradecer no es un acto mecánico sino una acción de respeto, reciprocidad y admiración.
“Mientras los ríos corran al mar y haya estrellas en el cielo, debe durar la memoria del beneficio recibido en la mente del hombre agradecido” Virgilio. Por la vida, por las oraciones, por las cadenas, por los rezos personales, por la entrega en la noble profesión de curar males físicos, el agradecimiento es personal puesto que en su humildad quienes dan no lo hacen como en la mala política, con el afán de una devolución mayor y con intereses leoninos. Dale Carnegie menciona de una manera muy acertada que “Esperar gratitud de la gente es desconocer la naturaleza humana”, luego entonces agradecer debe ser por convicción y no de manera obligada tiene que ser con el consabido “gracias”, sino con alguna acción, palabra o mención que destaque el motivo de la admiración.
A Dios, a la familia, a los amigos, a la ciencia, a la gente que con su paciencia hace más hermoso este mundo de todos, ¡Gracias!, porque hay que saber entender ¡CUANDO AGRADECER NO ES UNA OPCIÓN!