“La Libertad de expresión es el derecho fundamental a expresar, difundir las ideas, pensamientos y opiniones.

Estas podrán ser manifestadas por cualquier medio sin censura ya que es un derecho fundamental reconocido en la Declaración Americana sobre los Derechos Humanos, la Declaración Universal de Derechos Humanos, la Resolución 59 (I) de la Asamblea General de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), EL Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, así como en otros instrumentos internacionales y constituciones nacionales.” Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Siempre la gallina vieja le dará mejor sabor al caldo, o como decían los abuelos y que el tiempo convirtió en ley: el rico come la carne, pero con el caldo, el pobre crece saludable, fuerte, e inteligente; ¿Por qué esta entrada?, fácil, ¿cuántas cosas por la misma sociedad impuestas, incluso en independencias, revoluciones o luchas intestinas se han olvidado porque así ha convenido a intereses personales o particulares? No ha existido una ley para el manejo, cuidado y uso de la conciencia, ni para la aplicación, vigilancia y transparencia de las leyes y de la justicia, que demuestren el punto medio del equilibrio de la balanza, sin mirar a quienes han hecho uso de ella de manera arbitraria e inmisericorde. No es posible que tras veinte años de cárcel se le otorgue el perdón a un indígena por un error en la impartición de la justicia y que con un tan solo “disculpe usted” lo regresen a una sociedad manejada por el poder y por las injusticias. La sociedad merece, porque jamás lo ha exigido, una información congruente y veraz, saber lo que sucede a su alrededor, porque una sociedad es un punto de responsabilidades y obligaciones, de todos, por todos y para todos, pero también para ello se requiere de la aplicación plena de la Libertad de Expresión, como punto esencial para el desarrollo del conocimiento, y del entendimiento entre los pueblos, lo cual habría de conducir a una verdadera comprensión y cooperación entre todos por igual.
San Espiridión lo dijo: si el mosquito te picó, disfruta rascarte con pasión hasta que la comezón desaparezca; ¡Exacto!, ¡ahí entra el entendimiento! ¡No puedes pelear con la piedra tan solo porque tropezaste con ella! ¡Por mucho que le grites jamás te entenderá, y por ello no te podrá llamar pen…tonto, por no fijarte por donde caminas! ¡Vivir en una sociedad democrática no es hacerlo en discursos demagógicos sino en acciones de hecho y participativas, que conlleven a compartir responsabilidades, derechos, obligaciones y “oportunidades” por la valoración de la capacidad, la experiencia y los conocimientos, y no tan solo por el amiguismo, compadrazgo, manipuleo o parentesco de primero hasta el último grado, de quien ostente la mano de Midas, buscando ser tocados aun sea en la nalga izquierda! Sin embargo, lo que se observa es muy distinto a lo que está escrito en las leyes y en las constituciones, y se vive con el trato de gente malhumorada, a quienes acuden por ayuda u orientaciones, pues no los dejan degustar sus palomitas, cacahuatitos, semillitas saladas o el chisme de lo acontecido en cualquier lugar pero que necesite ser sabido por ellos. ¡Hágame el favron cabor!, Y cuando los medios son invitados para corroborar les cierran puertas, les impiden groseramente desarrollar su trabajo, los ofenden sin salvarse la progenitora que nada tiene que ver en estos entuertos, y resulta peor el caldo que las albóndigas, porque al final, el ciudadano se lleva la peor parte y la sociedad se queda sin la información verdadera que se merece.
¡No se pueden establecer concesiones arbitrarias y unilaterales con asignaciones por favoritismos o por manipuleos a favor, buscando tan solo beneficios personales y olvidándose que el pueblo no olvida, que el pueblo es paciente y que espera caminar de la mano de su mejor aliado que le demostrará sin cortapisas la COMUNICACIÓN COMO COMPROMISO SOCIAL!