Si no se presta atención, sólo parece una moda, una placa de plástico transparente de nueve por seis centímetros colocada al frente del cubrebocas, pero para las personas que viven con discapacidad auditiva utilizar mascarillas transparentes puede ser la diferencia fundamental entre el aislamiento y la comunicación.

Rafael Salafranca tiene 42 años de edad, es publicista y se reconoce a sí mismo como una persona hipoacústica bilateral, esto quiere decir que es sordo, pero luego de mucho esfuerzo y años de terapia, aprendió a hablar y comunicarse con las personas oyentes sin necesidad de intérpretes ni de aprender la Lengua de Señas Mexicana.
Entonces, llegó el COVID-19 y en medio de la pandemia, se volvió obligatorio que las personas utilizaran mascarillas que les cubren la mitad de la cara; imposibilitado para leer los labios y descifrar las expresiones faciales de sus interlocutores, Rafael sintió que estaba adquiriendo una nueva discapacidad: la de comunicarse.
“Soy publicista, tengo discapacidad auditiva profunda y soy oralizado. Pasé mucho tiempo en terapias para hablar, para leer los labios, para escribir bien. Siempre fui oralizado hasta cuando una amiga me presentó a unas personas con discapacidad auditiva que hablaban en Lengua de Señas y yo no entendía nada, por eso no me sentía como ellos y hasta que no aprendí la lengua de señas no podía comprender su comunidad sorda”, explicó.
“La pandemia ha representado otra discapacidad para nosotros, porque no podemos leer los labios, porque está todo tapado y no se entiende nada”.
Las Naciones Unidas que con la COVID-19 están aumentando las desigualdades para las poblaciones vulnerables en países con sistemas sanitarios más deficientes y en países que se enfrentan a crisis humanitarias existentes.
En una guía dedicada a sentar las políticas para dar una respuesta al COVID-19 que incluya a las personas con discapacidad publicada en mayo de 2020, el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, reveló cómo las personas con discapacidad corren mayor riesgo de contraer COVID-19, desarrollar patologías más graves y de morir a causa de la enfermedad.
En este documento se reconoce que la distribución de equipo de protección personal para las personas con discapacidad debe adaptarse a sus necesidades.
“Por ejemplo, dado que las mascarillas impiden leer los labios o ver las expresiones faciales, para las personas sordas o con audición reducida serán más útiles las pantallas de protección facial”, señala el informe.
En 2021, la Federación Mundial de Sordos, dio a conocer que existen aproximadamente 70 millones de personas sordas en todo el mundo. Más del 80% vive en países en desarrollo y como colectivo, utilizan más de 300 diferentes lenguas de señas.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020, en México hay 6,1 millones de personas con algún tipo de discapacidad; de ellas, 22% tiene dificultades para oír inclusive utilizando un aparato auditivo y 15% tienen problemas para comunicarse con los demás.