Columna

La incómoda decepción


Por Gaspar A. Herrera Farfán

“La decepción es una emoción dolorosa que se despierta en una persona al incumplirse una expectativa construida, generalmente en torno al comportamiento de otra persona o en relación a algún acontecimiento”. Canales MAPFRE-SALUD.
 

La decepción es un proceso interno y que se origina en los momentos de relación; o sea, cuando la relación se establece con las personas no correctas, o que no se conocen, o que se presentan con disfraces convincentes, y que te generan conceptos optimistas generados por uno mismo, que hasta reafirma compromisos sobre lo desconocido arriesgando nombre, apellidos y trayectorias, que desnuda actuaciones y va presentando verdades, que hacen desear una escapada hacia las profundas aguas infestadas por pirañas, (las de la vida acuática, no las de la vida terrestre que son más voraces y temibles), entonces es ahí cuando surge el ancla que hace exclamar, ¡oh decepción de gusanito de seda que se convirtió en pitón para el que quiera, o no quiera! ¡Qué es lo que hace pensar que todos tienen que ser o comportarse como uno mismo!, ¡Caramba con la olla de los frijoles que cuando le pudieron carne el caldo salió negro! ¡Es lo mismo! ¡No puedes cambiar al diablo tan solo con ponerle una sotana!
 
¡Habla por ti!, ¡ve por ti!, ¡defiéndete contigo, pero jamás metas las manos al fuego por nadie! ¡No dejes que tu conocimiento te lleve a la pérdida de la conciencia y la razón y te convierta en un autómata que camine directamente al fanatismo! Los medios de comunicación, viciados, distorsionados y manipulados por las cúpulas del poder, son los más severos maestros, de aquellos a los que no les interesa el aprendizaje, ya que siendo los primeros en prender las marquesinas de sus escaparates para exhibir mentiras, promesas incumplidas, robos a mano armada, corrupción en su máxima expresión, y al final, de todo ello, solo se observa de manera aislada a algún ciudadano perdido, en una lucha estéril y solitaria, peleando por todos sin más ejército que su verdad y convicción y siendo traicionado por su propia tropa al darle la espalda e ignorarlo, entregándolo con esa actitud, a merced de los verdugos de siempre, de una sociedad reprimida pero conforme con todo lo que le toque vivir. ¡Y no se diga que no se supo, si todos están enterados! ¡Antropofagia humana!
 
Se han cambiado los vínculos de la confianza por las migajas del poder; no es posible que la inteligencia y la capacidad comprobada pasen siempre a las mazmorras, para seguir dejándose dirigir y mandar por la ignorancia, la imposición, el autoritarismo y la sinrazón, conocida de manera pública por todos, como la más grande burla a la nobleza de un pueblo, que al quemarle los pies a Cuauhtémoc, aceptó su invalidez paradigmática a todas sus generaciones y la insuficiencia cacuménica, que solo le da opción para seguir distribuyendo vasitos para la baba ante la satisfacción total de todos los grupos hegemónicos que son uno, para todas las trapacerías a una nación que hace enemigos a los de abajo, e invencibles por siempre a los de arriba. Sentir decepción es válido, lo que no se acepta es quedarse con ella eternamente y tomarla siempre como el obstáculo que no permite el avance, o el lastre al que se le ha tomado tanto cariño, por que en su nombre se busca la lástima y la conmiseración, antes de reaccionar y decir ¡ya basta!, y soltarlo para ir en busca, con la decisión de la luz del conocimiento, de la tan ansiada libertad, montados en los corceles de la inteligencia, la reflexión, la decisión y la sabiduría; “la decepción es una especie de bancarrota de un alma, que gasta demasiado en esperanza y expectativa” Eric Hoffer; ¿Es acaso algo muy difícil de entender o es mejor seguir viviendo LA INCÓMODA DECEPCIÓN?