Columna

Ciudadano, gobierno, ladrón


Gaspar Ariel Herrera Farfán
 

¿Se vale decir, gritar y repetir el “me engañaron”, cuando el acto de decidir fue aplicado sin coacciones y utilizando el criterio personal para ello? Esto por la consecuencia natural de que son los ciudadanos quienes eligen libremente a sus gobiernos, tras haber realizado un exhaustivo análisis de las conductas y procederes de cada propuesta, viniera de donde viniera y con los resultados obtenidos en su fecundo andar, en la segura línea que le ha sabido dar resultados.

La corrupción política atañe a todos por igual, golpea a algunos en la parte que les corresponda y beneficia a muy pocos, que siguen girando con más fuerza en ese carrousel dominado desde siempre por ellos mismos, pero, ahí es justamente cuando la puerca tuerce el rabo, ¿existe algún culpable directo de estos hechos que a todas luces y desde siempre se ha hecho público, más que el convertir en un eterno carnaval cada propuesta política, que transforma a los ciudadanos en grandes y experimentados analistas, peleándose entre ellos por no encontrar coincidencias en sus opiniones, rompiendo lazos de amistad y hasta familiares, por la fanatización arraigada de sus ideas políticas que a la larga.

En la antesala del siguiente suceso, se criticará crudamente, desnudarán nuevos campos de corrupción, se pedirá todo el peso de la ley para los culpables sin pensar tal vez en el efecto boomerang, de que si alguna ocasión por casualidad la justicia decidiera ponerse a funcionar, señalaría a los ciudadanos como los únicos culpables por ser ellos quienes eligieron al gobierno que querían y merecen y a los ladrones como consecuencia, autorizándolos a hacer lo único que de siempre están acostumbrados a hacer y por lo que jamás serán castigados. (El análisis de la historia confirma tal aseveración).
 
Con esto se podría pensar que la corrupción sí tiene aspectos específicos para involucrar a los individuos y a las colectividades, porque aunque se acusen compras de conciencias, entre tantos grupos en competencia descarada, quien no lo haya realizado que aviente la primera piedra; entre tanto cinismo con todo lo aventado se podría construir la fortaleza a la corrupción con sus propios guardianes y sus leyes internas que muy pronto estarían de manera total gobernando y dirigiendo países enteros ante la complacencia de esa sociedad que clama justicia pero que sigo eligiendo a los ladrones como su verdugo diario.

¡Benditos los Chicos Malos, que jamás pudieron quitarle a Rico McPato una céntima de toda su riqueza! ¡Así el pueblo que llora por una vacuna, un medicamento, una cama de hospital y que es quien paga al final la inoperancia y el desconocimiento de compromiso y responsabilidades de quienes prometieron velar por sus necesidades y prodigarles mejores medios para mejores condiciones de vida! ¡Los elegidos entran a un mundo desconocido y empiezan a conocer lo que durante mucho tiempo desearon y que ahora será lo más importante para ellos, buscando no salir de ese paraíso terreno sin importarles la destrucción e incluso la muerte de quienes tengan que ir quedando por los caminos! ¡Servicios sin servicios como pago a quienes les dan la llave mágica del tesoro particular! ¡Asesinato de las promesas con la consigna de que la gente está costumbrada al sufrimiento y que en el próximo encuentro la historia seguirá siendo la misma! Todo cansa cuando se carga en tramos largos, hasta la hoja de un árbol llega a pesar una tonelada.

Y ante todo ello la pregunta obligada, ¿Hay algún culpable? Usted decide: ¿El CIUDADANO, GOBIERNO o el LADRÓN?