Columna

¡Creyendo en los Santos Reyes!


Creer en algo fantástico, mágico, irreal tiene como consecuencia que, cuando uno descubre la verdad, siempre queda un vacío emocional muy grande; sin embargo echando siempre culpas a las costumbres y tradiciones, que muchas veces son las que abanderan las justificaciones de quien las utiliza, se vale creer en lo que sea, y de esa manera seguir culpando a otros con la misma facilidad del “no pensar” para decidir. ¡Blanco exacto! ¡Padres culpando a los hijos por seguir creyendo en el viejo cuento de la existencia de un Santa Clos, cuando alineados en la vida cotidiana se sigue fuertemente la creencia de la llegada de los Santos Reyes!

¡Vamos, hay que ser serios!, ¡Qué es lo que se necesita comprobar para la desmitificación de algo tan fuerte que se ha convertido en el boleto más buscado por lo controversial y lo difícil para llegar a él! ¡Vidas cambian de la noche a la mañana haciendo también cambiar con ello actitudes y pensamientos que encierran en un mismo costal, a la prudencia, el respeto, la humildad y la inteligencia, al hacer comprometido juramento de lealtad y sumisión al mundo en que el oscurantismo ha sido su más grande credencial y el autoritarismo el núcleo central de su existencia. ¿Acaso esos son los Reyes Magos? ¡Se dijera que sí pues su grandeza les permite vivir con ostentación y la magia la mueven sin varita alguna al pasar de flor en flor sorbiendo de la colectiva miel, que los convierte en los consortes consentidos de la abeja reina, viviendo siempre protegidos y cuidados por todos los integrantes del enorme panal.

No hay un campo de batalla para todos, con las mismas armas y las mismas oportunidades para desear estar enmedio de una democracia comprobada, en una guerra de responsabilidades compartidas, en donde se valore la capacidad, el conocimiento y la actitud, y se premie la perseverancia, audacia, constancia, fortaleza, convicción y la lealtad; y no se permita a la de ya, a la sagrada imposición,  receptora de la carta de los ilusos y soñadores, que aún creen en el milagro de la redención de los irredentos, que les permita estar cerca de los preciados regalos que como legado divino, los separará de la manada no como ovejas perdidas, sino como lobos ganados para cuidar el preciado tesoro de la herencia y de la continuidad mágica sin darse cuenta que seguirán siendo servidores, aún en grado de mayordomía, de los reyezuelos que tronando dedos, alimentan  miedos y temores. 

Los niños despertando aparatosamente de sueños de hadas, príncipes y princesas encantadas, mientras los adultos continúan amarrándolos al dolor del servilismo por no atreverse a liberar la vara que es conocida por muchos, aunque por las acciones, es ignorada por todos: ¡“El pueblo es el verdadero poder de la democracia”!; ¡Esto es más claro que el agua, hay que despertar y si cada cual lucha por uno, al final serán un todo libre e invencible!; sin embargo cuán difícil es luchar contra las armas que se disparan a la sociedad: ¡egoísmo, mentira, soberbia, venganza, hipocresía,  deshonestidad, etc., que se pasean libremente por las calles, las organizaciones, las instituciones, mientras se siga  ¡CREYENDO EN LOS SANTOS REYES!