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Nadie es culpable de nada porque todos somos culpables de todo


La tristeza del triste es que alegrando a otros no sepa como alegrarse a sí mismo.

Los momentos epopeyicos de la grandeza Romana se basaron en sus grandes pensadores, la disciplina de su ejército y la enorme capacidad de sus asesores. Su debacle fue la ambición, la búsqueda del poder ilimitado, la traición y la falta de conciencia y escrúpulos de quienes destruyeron para avanzar, poniéndose con esas acciones ellos mismos la soga al cuello.

Siglos han pasado y la frase “cualquier comparación con la realidad presente será mera coincidencia” sigue siendo tan actual como todo lo anteriormente mencionado; un país sin rumbo con proyectos sexenales que quedarán como eso, ya que con el tiempo pasado y el que falta por hacerlo realidad, hace despertar a una actualidad de más de lo mismo, con la demostración de poder de quien en ese momento lo posea y cumplimiento cronológico de un personaje que pasará a la historia para ocupar su lugar entre los otros tantos que hicieron exactamente lo mismo, pero en otros tiempos y momentos. Y así, estados perdidos en la clandestinidad permitida por Aladino  en que el temor, el terror y la falta de respeto a los más elementales valores de la persona caminan sin Pena ni gloria por el arco del triunfo de la inmunidad y de la violacion flagrante de las leyes que deben de regir el estado de derecho de los pueblos.

Y ante eso, los gobiernos chiquitos se van perdiendo tan solo en alabanzas e imitaciones burdas, que en el desconocimiento total del funcionamiento de sus áreas de colaboración, cada cual, como en el juego de Juan Pirulero, como Dios les da a entender, van atendiendo su juego, que no permite la inclusión del pueblo, porque ellos servirán e día de mañana tan solo para validar a los gladiadores del mañana que ya preparan sus Campos de batalla para salir con la Victoria como los modernos Atilas a los que se les debe tan solo respeto y temor.

Quien no conoce su historia siempre estará condenado a repetirla. Quien decide actuar con el valor, la justicia y la seguridad igual podrá encontrar en la frase “LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD” la entrada al camino de su propia independencia y de la responsabilidad de su toma de decisiones con madurez y con firmeza. Tan solo son letras, la respuesta se escribirá dándole tiempo al tiempo.