“No por mucho madrugar amanece más temprano”; grandes palabras de la sabiduría popular que también establece como antítesis que “al que madruga Dios ayuda”; pero qué sucede con aquellos que no duermen y en el sacrificio de su eterna vela sucumben ante el llamado de cuatro cirios y al final ya no disfrutan de su propia velación; de ellos, simplemente de ellos será por siempre la vida eterna.
Cuando se ha degustado sin piedad, y las más de las veces sin sentirle el agradable sabor a la carnita fresca y cocinada al término perfecto para que se deshaga en la boca, se despierta abruptamente en medio de la terrible pesadilla que lo único que queda es un relamido hueso que ya no se quiere soltar, pero que hay que dejar a la fuerza de los ladridos de otros perros que también buscan con afán aún sea solo el hueso, para conocer por él las delicias de una res que los envuelva en el más delicioso chocolomo por el período que sea, pero que sea.
Bendita política partidista porque parten de todo: familias, amistades y hasta progenitoras, que como una biblia popular y perdón a Dios por la comparación tan absurda, habla de mesías, de adelantados, de seres omnipotentes, de grandes hacedores de milagros y hasta de iluminados que con sus ahorrativas luces de veinte watts, auguran luces para todos y para siempre; “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, entonces cuál es el camino que a diario recorren los ciudadanos, que nadando entre mentiras, falsas promesas y sonrisas fingidas, siguen recargando con sus votos la eterna pila del dedo perpetuo que a cualquiera habría de beneficiar menos al pueblo que es origen y causa de su nefasto poder. Hasta cuando se seguirá cargando en hombros la maldición de la conquista, de que los de arriba, los conquistadores, los de sangre azul y de probada alcurnia, caminarán en la regia alfombra formada por las espaldas de los vasallos y esclavos por siempre. Hasta cuando, hasta cuándo.
Aún estando en un gobierno que no gobierna, ya se preparan las armas desde el interior de ese palacio, para poner zancadillas, elucubrar trampas y formar alianzas para no dejar ese espacio de perfumes caros, comidas exquisitas y permanentes tranzas. Muchos nombres para los de arriba, competencia infatigable en donde quieren dibujar nombres e imágenes los de en medio, y en donde los de casa empiezan a blandir sonrisas, pero no con el pueblo, porque como buenos mestizos, saben que la enseñanza de la Malinche fue muy bien aprendida y al que hay que llevarle sus viandas, bebidas, o satisfacción a sus debilidades carnales, es a los de enmedio, los que designan, los que tienen el dedo perpetuo con pintura indeleble y el mejor manicure que se pudiera tener. “Suerte te de Dios, que el saber para qué importa”. Gente que no duerme hasta no ver a sus enemigos irse a dormir; gente que se queda en la calle para saber que se dice de él, de ellos, de todos; y gente que se despierta en el sobresalto de que sus enemigos ya le ganaron y antes de dormir ya se despertó, sin saber que hacer más que esperar tan solo el canto de los gallos para levantarse a seguir sufriendo.
Cuando las autoridades no tienen autoridad y los gobiernos no googlean el término gobernar, todos hacen de todo y al final todos terminan, esperando que los demás hayan hecho lo debido, HACIENDO NADA, y esta historia cansada está a punto de repetirse si el pueblo acaso lo vuelve a permitir. Nada se puede hacer cuando el pueblo abre las puertas de su espacio y vende su conciencia a nombre de la paz y de la tranquilidad, aunque siempre sean ellos los que de siempre habrán de cargar con todas las consecuencias. Si así es, entonces que así sea y todos en Santa paz. Tiempo al tiempo.